“Hay que consumir científicamente la ciencia”
Publicado el 01 de Octubre de 2020

Soy José Antonio López Cerezo. Comencé en la Universidad de Oviedo a mediados de los 80 dando clases en la Facultad de Filología.  En los 90 me empecé a interesar sobre los aspectos sociales de la ciencia y los temas relativos a comunicación y cultura científica y desde hace unos 15 años coordino el Grupo de Investigación de Estudios Sociales de la Ciencia (Grupo CTS) que reúne a diversos profesores e investigadores  de la Universidad de Oviedo y de otras cinco universidades españolas, dos universidades portuguesas y el Centro de Investigaciones Energéticas (CIEMAT) de Madrid.

¿Cuáles son las principales áreas de trabajo del grupo CTS?

Una de las líneas está orientada a la acción apoyando la Semana de la Ciencia, la Noche de los Investigadores y otras actividades de divulgación que respaldamos a la vez que llevamos a cabo trabajos científicos relacionados con esas actividades. Por ejemplo, evaluamos el impacto de las últimas ediciones de la Noche de los Investigadores de la Universidad de Oviedo.

Otra línea es la de formación. Formamos parte de un master inter-univesitario de estudios sociales de la ciencia en el que participan la Universidad de Salamanca y la Universidad Politécnica de Valencia . Y también tenemos un título propio de comunicación social de la ciencia que organizamos en el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA) y que está dirigido a investigadores biomédicos y profesionales del HUCA.  Es un curso muy interesante que reúne a científicos sociales, divulgadores, especialistas y médicos de atención primaria tratando de reflexionar y de mejorar actividades dirigidas a mejorar la comunicación entre el público y los profesionales, los que investigan y los que practican la medicina.

Además colaboráis activamente en la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología. ¿Nos puedes hablar un poco sobre ella?

La encuesta la promueve la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Viene haciéndose desde 2002 y se lleva a cabo cada dos años. La última encuesta se hizo en 2018 y la próxima está prevista en otoño de 2020.  Nosotros llevamos colaborando desde 2004  tanto en el diseño del cuestionario como en el análisis de resultados.

¿Qué objetivos persigue?

Es un instrumento sociológico que trata de ofrecer una radiografía de la percepción social de algo tan complejo y tan importante como la ciencia. Tratamos de detectar el grado de interés por la ciencia de  distintos grupos de población,  los miedos, las percepciones de los riesgos asociados a diferentes líneas de desarrollo científico-tecnológico.  Todo con el objetivo de detectar áreas de mejora y oportunidades en el ámbito de la difusión social de la ciencia y la tecnología. Esta radiografía, a la que se puede acceder accederse gratuitamente en la página web de la propia Fundación envía al Ministerio para la mejora de sus políticas educativas y campañas de comunicación.

¿Puede ser una herramienta útil para los centros educativos en el plano de la orientación o a la hora de perfilar su oferta educativa?

La encuesta nacional tiene poco valor para los centros educativos. Tiene más bien valor para los gobiernos autonómicos cuando la encuesta tiene un nivel de representatividad suficiente aunque la encuesta de 2018 no lo tiene para Asturias. El bajo número de cuestionarios realizados elevó el error muestral por encima del 9%, frente a poco más del 5% de años anteriores.  Sé que ha habido apoyos puntuales en algunas encuestas de algunas Comunidades Autónomas interesadas en aumentar el tamaño de muestra.

¿Estaba Asturias entre ellas?

Yo formé parte del anterior consejo asesor del Principado de Asturias en materia de ciencia y tecnología y trasladé la recomendación de que en siguientes ediciones de la encuesta se hiciera un esfuerzo por aumentar el tamaño de la muestra en Asturias y a su vez trasladé este interés a FECYT que no puso ningún problema.

¿Qué supondría aumentar el tamaño de la muestra para Asturias?

Si aumenta lo suficiente sería posible desagregar por comarcas y sería posible también hacer una radiografía más fina de la región, segmentar por grupos y ver la evolución del interés por la ciencia a medida que aumenta la edad, o el nivel de formación.

En el informe de la encuesta de 2018 firmas un capítulo con Belén Lastra que tituláis “Procientíficos críticos e implicados en la población española.” ¿Quiénes son?

Nuestro argumento de fondo es que el mejor de los públicos de la ciencia no es un público dócil y obediente sino un público crítico, escéptico y leal, que se siente cercano a la ciencia, familiarizado con la ciencia. Ciudadanos que consumen ciencia pero que no se lo creen todo. La ciencia es un territorio muy amplio y diverso en el que también hay buhoneros que intentan, como dicen en Mallorca, venderte una cabra sin dientes.  Hay que utilizar el cerebro, pedir una segunda opinión si hace falta, buscar una diversidad de fuentes. Se trata de consumir información científica utilizando esta capacidad crítica de juicio personal siempre alimentada y fundamentada en el propio método científico. En realidad no se trata más que decir que hay que consumir científicamente la ciencia. La ciencia es ante todo auto-crítica. En eso se basa la grandeza del conocimiento científico, en la capacidad de auto-crítica, de discusión y de ir avanzando sobre la base del reconocimiento de los errores. Esta capacidad crítica debe cultivarse en los públicos de la ciencia, tanto en jóvenes como en ciudadanos ya maduros que han dejado atrás su etapa escolar.

¿Qué porcentaje de la población encaja en ese perfil? ¿Cuál es su retrato robot?

El porcentaje rondaba el 12% de la muestra en el último estudio. La cifra exacta varía en función  de las preguntas que utilizásemos como variables para caracterizar a este perfil.  El retrato robot serían personas con un nivel de estudios apreciable que viven en  un área urbana importante. Son personas agnósticas y que no se definen por una fuerte religiosidad. Tampoco suelen ser personas que se posicionan políticamente en la derecha aunque hay una amplia diversidad de espectros políticos.

¿Y en cuanto a su comportamiento y actitud ante la ciencia?

Otra cuestión muy interesante que define a este grupo es que suelen tener un criterio claro y no se inhiben. A diferencia de otros grupos poblacionales  evitan valores centrales en preguntas de tipo Likert y muy pocos optan por la opción «No Sabe/No Contesta».  Muestran un nivel de interés y de consumo de contenidos científicos bastante alto.

¿Debemos conformarnos con ser o formar a  buenos consumidores de contenidos científicos?

Nosotros empleamos el término  “apropiación social de la ciencia” que nos parece muy interesante a la hora de entender el consumo de información científica por parte de los educandos en el aula y por parte de ciudadanos en los ámbitos de la comunicación social de la ciencia. Esta apropiación es el traslado del consumo de información científica a la vida, al comportamiento individual y los entornos de interacción social. El fin último de la promoción de la cultura científica y la educación científico-técnica debe ser el estímulo de esa apropiación. Es decir, que no solo enriquezcamos los contenidos cognitivos de los chicos y chicas sino que también cambiemos sus vidas.

El conocimiento tiene un valor por sí mismo, te puede enriquecer personalmente aunque no vaya a cambiar tu comportamiento pero ver la diferencia entre la fisión y la fusión nuclear y conocer algunos de los riesgos y ventajas que tiene asociados en relación al  desafío del cambio climático sí que puede cambiar el comportamiento de la gente porque puede influir en sus opiniones y en sus actitudes respecto a ciertas opciones de política energética que nos afectan a todos y se pagan con nuestros impuestos.

Esto me recuerda a la propuesta-marco de Competencia Científica para la Ciudadanía de Jordi Domenech:  Comprender-Decidir-Actuar.  Me comentabas que los procientíficos críticos e implicados suelen ser personas con inclinación a la participación ¿En qué participan exactamente? ¿Cómo?

Participan explicitando y manifestando su opinión acerca de temas controvertidos. Desde escribir cartas al director de un periódico a defender su punto de vista con su grupo de amigos  o  colaborar con una ONG o una comunidad de afectados por una actuación tecnológica o ambiental. Asumen un posicionamiento y defienden su punto de vista sin inhibirse en temas de ciencia y tecnología de interés general.

Estamos hablando de implicación, compromiso, incluso de activismo socio-científico pero sin embargo a veces no está muy bien visto que los profesionales de ciencia se impliquen política y socialmente. Por el contrario, el discurso va hacia la especialización, hacia un especialista que desempeña su labor profesional aislado en su torre de marfil.

En el fondo es hacer una apuesta por abrir la ciencia a la crítica social. Históricamente los primeros críticos sociales de la ciencia son los propios científicos. ¿Dónde se producen las primeras voces de alarma con respecto al desarrollo y programas de uso civil de energía nuclear? Entre la comunidad científica especializada en EEUU.  Lo mismo sucede con las voces críticas acerca de los peligros y riesgos del diagnóstico y las terapias génicas que proceden de biólogos marxistas en Reino Unido y EEUU.

Cuando hablamos de defender un punto de vista crítico a la vez que leal estamos reclamando este terreno para los ciudadanos cultos y familiarizados con la ciencia que también tienen una opinión acerca de los objetivos de los programas de desarrollo científico-tecnológico.  El fracking, por ejemplo,  no puede quedar únicamente en  manos de científicos y tecnólogos. Es un tema demasiado importante.  El futuro de la ciencia y tecnología debe estar sometido a escrutinio público.

Tú no puedes discutir con un médico su diagnóstico pero sí puedes discutir el rango de terapias que consideras más aceptables desde un punto de vista personal: la aceptabilidad del  riesgo de una operación, si quieres someterte a un tratamiento agresivo de fármacos. Ahí tienes una opinión, debes expresarla y se debe tener en cuenta

El problema es que esas llamadas a integrar la opinión de más colectivos a veces hace que se pongan en la balanza opiniones que no tienen la misma calidad.  Suena bien democratizar la toma de decisiones pero hay que ser conscientes también de sus limitaciones.

Tienes razón pero date cuenta también que muchas de las controversias que se visibilizan en los medios de comunicación lo que hacen es enfrentar a unos expertos contra otros, unos al servicio de determinados colectivos y otros al servicio de la industria o la  administración.  Y en cualquier caso, no puedes suprimir ciertas voces en nombre de la calidad o la eficiencia. Lo que tienes que hacer, al menos en una sociedad democrática, es proporcionar los medios para que esas voces puedan hablar con conocimiento de causa, tengan la información suficiente para expresar una opinión bien fundamentada.  .

Hablemos de educación. Se insiste en la necesidad de despertar vocaciones científicas metiendo debajo de la alfombra todos los problemas de precariedad en la que viven muchos profesionales de la ciencia. Ese es un dilema moral en las políticas de educación STEAM que tiene difícil respuesta.

Yo me hago la misma pregunta. Para qué queremos tantas vocaciones si tenemos tantos científicos en paro. Quizás haya que empezar por elevar el prestigio y el sueldo de la gente que trabaja en ciencia. Es importante ponerse en la piel de un adolescente cuando se pone a tomar esas decisiones. ¿Qué prestigio social tiene un científico?, ¿Qué dificultades tiene su carrera profesional ? ,¿Qué imagen transmiten los medios de comunicación del trabajo de un científico?

¿Crees que en las series y en el cine se transmite una buena imagen de los científicos en comparación con otras profesiones?

Creo que están infrarrepresentados. Hay muchas series de televisión protagonizadas por médicos pero muy pocas por científicos.  Y cuando aparecen no es infrecuente que los muestren como científicos asesinos o locos.

¿Qué se puede hacer desde el sistema educativo para formar a un número cada vez mayor de ciudadanos procientíficos, críticos e implicados? ¿Cuáles son las principales áreas de mejora?

Son muchas. Quizá la diferencia sea el modo en que ordenamos las prioridades. Yo cuando me planteo esta pregunta lo hago siempre sobre la base de una visión longitudinal del proceso formativo poniendo en un extremo a ese niño o niña en Educación Primaria que le fascina todo lo relacionado con la naturaleza  y que no tiene ningún problema con la ciencia  y por otro lado el adolescente de 14 o 15 años al que le produce un auténtico escalofrío todo lo que tenga que ver con las ciencias. Entonces me pregunto ¿Qué ha pasado en este período de tiempo?

¿Trabajáis con profesorado y alumnado de primaria, secundaria?  

Colaboramos con el grupo ARGO que coordina Mariano Martín Gordillo en distintos proyectos. Por ejemplo en el desarrollo de  nuevos formatos de innovación didáctica en el aula  vinculados con la enseñanza de las ciencias.  Lo hemos hecho tanto con el apoyo del Ministerio de Educación como de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) que ha propiciado la colaboración entre nuestro grupo y un conjunto excepcional de profesores de secundaria de aquí y de distintos países de América Latina. La última experiencia ha sido en Paraguay donde hemos impulsado varias ediciones de un Diplomado en CTS dirigido a la mejora de la enseñanza de la ciencia en Bachillerato y Universidad tratando de ofrecer mejores recursos y herramientas para enseñar una ciencia más cercana y también más fácilmente asimilable.

¿En dónde hay que incidir para enseñar una ciencia más cercana y asimilable?

Mejorar la formación del profesorado, corregir el problema de la exotitulación, renovar los recursos didácticos, hacer que el aprendizaje tenga una base más participativa y modificar los contenidos.    En el caso de los contenidos hay que hacer un esfuerzo muy importante para acercar la ciencia a los chicos y las chicas, de humanizarla y de contextualizarla. No tiene sentido tratar de enseñar una ciencia totalmente descontextualizada, ahistórica, impersonal compuesta de productos abstractos que los estudiantes van a memorizar y asimilar y van a olvidar poco después del examen.

Uno de los grandes debates pedagógicos en la educación STEM  gira en torno a la necesidad de incorporar además de conceptos y  procedimientos, temas relacionados con la epistemología de la ciencia.  El sistema falla en incorporar la naturaleza de la ciencia, cómo se construye el conocimiento científico ¿Por qué crees que sucede esto?

Hay una cuestión curiosa. Los ámbitos del saber menos asociados a la etiqueta “ciencia” suelen dedicarle más espacio y más esfuerzo a estos temas. En los libros de texto a medida que nos alejamos de la Física vamos encontrando más espacio para hablar de la historia de la ciencia y de la epistemología de la ciencia.

¿Por qué crees que sucede esto?

Esto es materia de estudio sociológico pero creo que sería muy interesante que incluso las ciencias emblemáticas, la Física, la Química, las Matemáticas, asociaran la enseñanza de contenidos a un pequeño ejercicio de autorreflexión acerca del significado de la ciencia, en qué consiste, cuál es el propósito de la ciencia. Preguntas que son incómodas pero que es muy importante plantear junto con la transmisión de conocimientos. Y a su vez, poner en valor esos contextos, entornos sociales en los cuales se recibe y se hace uso de la ciencia.  Es importante recuperar ámbitos del saber que son complementarios, que no son propiamente científicos, pero que forman parte de lo que llamamos ciencia: los componentes históricos, contextuales, y que no está presente en los currículos escolares que abordan esas materias.

Gracias por tu tiempo, José Antonio.

 

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