Shawn M. Bullock es un profesor de Física y Química reconvertido en académico que ha estado investigando las implicaciones pedagógicas del Movimiento Maker y su impacto en la formación inicial del profesorado en Canadá. En la actualidad combina labores de investigación y docencia como profesor de Historia de la Ciencia, Tecnología y Educación en la Facultad de Educación. de la Universidad de Cambridge
¿Dónde empezó tu interés por la educación STEM?
Estudié Ciencias Físicas con la idea de trabajar en investigación pero empecé a interesarme en la didáctica de la física y comencé mi carrera profesional como profesor de Física en Secundaria en Toronto. Durante ese periodo las intersecciones entre la ciencia, la tecnología y la creación despertaron mi interés y di el salto al ámbito académico.
¿Es la educación STEM un movimiento popular en Canadá?
Como en muchos otros países, la educación STEM genera un entusiasmo generalizado entre el profesorado de Ciencias, particularmente en Primaria. Algunos docentes lo han adoptado con bastante fuerza como parte de su identidad denominándose a sí mismos profesores STEM. En el extremo opuesto otros opinan que la etiqueta STEM es solo una manera diferente de llamar a cosas que se llevan haciendo desde hace mucho tiempo. En cualquier caso, nadie se pone de acuerdo en lo que significa realmente llevar la educación STEM a la práctica.
Aquí tiende a equipararse STEM con la tecnología y, por otro lado, la ingeniería como tal no tiene un espacio propio en los planes de estudio de Educación Secundaria. ¿Sucede algo parecido en tu país?
Estoy de acuerdo contigo en que el componente tecnológico suele ser la puerta de entrada o el único criterio que se emplea para etiquetar una actividad como STEM. Las clases de robótica, serían un buen ejemplo. Yo empecé a dar clases en un momento en el que la tecnología y la ingeniería habían perdido mucho peso en el currículo de Ed. Secundaria en Canadá y eso me parecía especialmente problemático para los estudiantes que querían estudiar ingeniería porque apenas tenían oportunidades para crear y manipular con sus manos más allá de Educación Primaria.
¿Y de repente irrumpe en escena el Movimiento Maker y con él la promesa o esperanza de que se pueda revertir esta tendencia?
Exacto. Y eso me hizo preguntarme ¿Hay realmente algo ahí? El Movimiento Maker en Educación tiene dos caras. Una vertiente más comercial que vende kits a los centros educativos y otra vertiente que incide más en los procesos colectivos para compartir herramientas y conocimiento. Me interesaba determinar si el Movimiento Maker aportaba algo nuevo o era simplemente un intento de cambiar el nombre de algunas de las ideas de las que se lleva hablando en la educación científica y tecnológica desde hace mucho tiempo.
¿Qué elementos caracterizan a la pedagogía Maker?
Para empezar a trabajar con el profesorado de Educación Primaria definimos la Pedagogía Maker como una oportunidad para pensar en cómo trasladar al aula ideas en torno al diseño, la adaptación, la fabricación y el hackeo ético.
Nuestro planteamiento era poner encima de la mesa estos cuatro principios y una serie de actividades para ayudar al profesorado a reflexionar y preguntarse si la pedagogía Maker aporta algo nuevo y asegurarse de que no hay una motivación meramente comercial.
Comentabas que de esos cuatro principios iniciales de la pedagogía Maker el más importante es el hackeo ético. ¿A qué te refieres exactamente con hackear?
Un buen ejemplo sería deconstruir la tecnología existente con el fin de crear conocimiento y darle un uso más ético. En su libro Permanent Record (2019), Edward Snowden ofrece una definición interesante. Hackear consiste en conocer tan bien como te sea posible las reglas de un sistema o dispositivo determinado y comprender el amplio abanico de posibilidades que se abre . Se trata de partir de un tema que te interese, abordarlo desde todos los ángulos posibles, seguir construyéndolo, reconstruyéndolo, cometiendo errores. Y eso me dio la metáfora para pensar dónde me gustaría llevar Maker Pedagogy.
Entonces, ¿cuáles son las implicaciones de adoptar esta perspectiva de hackeo ético en el proceso de enseñanza y aprendizaje?
Si pensamos que hackear algo supone comprender realmente cómo estás usando el material o dispositivo que tienes frente a ti, eso permite al alumno obtener un dominio diferente sobre su propio contexto y su situación particular, y eso es un buen punto de partida para identificar lo que puede aportar la pedagogía Maker a la educación STEM.
La pedagogía Maker se caracteriza por su carácter práctico pero autores como Jonathan Osborne sugieren que el mantra del “aprender haciendo” es a todas luces insuficiente si no va acompañado de un “aprender pensando”. ¿Es importante parar a preguntarse qué estamos haciendo y, lo que es más importante, por qué lo estamos haciendo?
Absolutamente. Nuestra investigación se desarrolló en el contexto de la formación inicial del profesorado de primaria y una de las premisas era explorar los principios pedagógicos del movimiento maker sin que se vieran limitados inicialmente por la idea de que el resultado final siempre tiene que ser algo físico, práctico y con un propósito.
Son cada vez más los centros educativos que cuentan con laboratorios de fabricación, FabLabs, pero más allá de dotarse de una serie de artefactos tecnológicos y kits determinados el Movimiento Maker también plantea una postura crítica en el uso de la Tecnología. ¿Cómo hacer que este elemento no quede desdibujado en las aulas?
Eso era algo de lo que yo también era muy consciente. Una cosa que realmente me preocupa son determinados enfoques del Movimiento Maker que refuerzan las divisiones de clase existentes en la sociedad, donde el acto de “Hacer” parece ser terreno exclusivo de las personas que disponen de una cierta cantidad de dinero para comprar ciertas cosas y una cierta cantidad de espacio. En nuestro caso teníamos claro que queríamos evitar en nuestra investigación era hacer que los participantes sientan que tienen que comprar ciertas cosas. Si tienen acceso a FabLabs, impresoras 3D, controladores arduino, perfecto, pero eso no debe ser nunca un requisito de entrada.
Una de las cosas que decidí al principio fue usar explícitamente cosas que fueran gratuitas. Por ejemplo, utilizamos un equipo físico muy, muy simple, que permitiese a los futuros profesores volver a casa y replicar lo que hicieron con nosotros por menos de 10 € en materiales. Así que nada que fuera caro y nada de kits prefabricados. Creo que eso nos ayudó a evitar los elementos más comerciales.
Los profesores parecen estar bajo mucha presión para mantenerse al día y no perder el tren de todas esas tecnologías y dispositivos que supuestamente han llegado para revolucionar la educación.
Me preocupan los profesores que pueden sentir esta semana que tengo que aprender sobre Arduino y luego, en unas pocas semanas, se espera que hagan un kit MakeyMakey. Realmente me gustaría invitar al profesorado a pensar en una cosa que les gustaría explorar, darles apoyo y tomarse un tiempo para desarrollar el dominio en lugar de preocuparse por tratar de ponerse al día con todo lo que se les va lanzado de manera indiscriminada.
¿Cuál fue el resultado más inesperado de su investigación?
Sin duda el resultado más interesante fueron las conversaciones sobre su práctica profesional docente que se generaban cuando el profesorado en formación participaba en este tipo de actividades. Los aspectos eminentemente técnicos, por ejemplo aprender más o menos sobre Electrónica, aún siendo importantes quedaron relegados a un segundo plano.
¿Por qué son importantes estas conversaciones?
Estas conversaciones contribuyen a modificar sus propias concepciones de lo que significa la labor docente. Pensar en tu identidad docente como Maker requiere un examen riguroso continuo de tus propias prácticas, las razones que las sustentan, las formas de interactuar con los estudiantes y otros docentes con los que estás trabajando, los aspectos materiales y no materiales y las limitaciones y oportunidades que te ofrecen el contexto en el que trabajas.
¿Vas a seguir investigando en esta línea?
Realmente me gustaría seguir explorando la idea del “hackeo” como punto de partida y trabajar con el profesorado para encontrar oportunidades para involucrar a sus estudiantes en experiencias de hackeo y comprobar si estas actividades les permiten desarrollar un conocimiento más sofisticado de cómo funciona un proceso, experimento o producto en particular y en qué medida impacta en la calidad del aprendizaje no sólo en las clases de ciencias y tecnología. ¿Qué supone adoptar la lógica del hackeo en cualquier asignatura del currículum?
Y finalmente, ¿algún artículo que nos recomiendes?
El artículo de Neil Selwyn “In praise of pessimism—the need for negativity in educational technology” me ha resultado realmente útil para tener un enfoque crítico y moderar mi entusiasmo personal por el bricolaje y la tecnología.
Otra recomendación sería el artículo de Kevin O’Neill “Designs that Fly: what the history of aeronautics tells us about the future of design-based research in education” que defiende que si queremos que la investigación educativa avance es necesario empezar a publicar abiertamente y con más frecuencia artículos sobre experiencias y diseños fallidos.
Gracias por tu tiempo, Shawn.
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