Hoy nos vamos a Cataluña para conversar con David Vilalta, maestro de Educación Primaria y co-creador junto a Roser Argemí del programa Magnet, una iniciativa impulsada por la Fundación Jaume Bofill, el Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya y el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona, con la colaboración de diversos ayuntamientos.
El Programa Magnet nació para introducir prácticas innovadoras en los centros educativos a través de una alianza duradera con una institución de excelencia como puede ser un centro de investigación puntero ¿Con qué objetivo?
Una alianza Magnet busca un centro público que no esté bien visto tanto por composición social del alumnado como por el perjuicio asociado de que en esos centros se enseña poco. El objetivo de estas alianzas es revertir esos desequilibrios de composición socio-económica y cultural y hacer que estos centros sean «magnéticos», que atraigan a las familias.
En la mejora de la percepción social de esos centros educativos, ¿qué papel desempeña la institución con la que se establece la alianza?
Aquí jugamos con un elemento clave, buscamos una institución de reconocido prestigio en el ámbito de la investigación, la cultura o el arte y lo asociamos a ese proceso de transformación de centro. Esto incide positivamente en la percepción social del centro porque la gente empieza a preguntarse “¿qué hace el Instituto de Ciencias del Espacio trabajando con este centro público que tiene tan mala imagen?” Ahora mismo tenemos centros educativos trabajando con instituciones del ámbito de las Ciencias, de Ingeniería y la Tecnología, de la Arquitectura, de Ciencias de la Salud.
¿Nos podrías dar un ejemplo concreto de una de estas alianzas Magnet para ver cómo se desarrolla el proceso?
Te podía poner varios pero la más cercana es la alianza de la Escuela Samuntada de Sabadell con el Instituto Catalán de Paleontología que además tiene un museo en esa misma ciudad. Este centro de educación primaria cuando entró en el programa tenía una composición muy variada en cuanto a orígenes y muy deprimida por la composición socio-económica. Además contaba con un alto índice de alumnado de etnia gitana.
Otro ejemplo es la alianza entre la Escola Tanit de Santa Coloma de Gramenet y el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC). El ICM instaló una réplica de un submarino como el que utilizan para investigar el fondo del mar en el patio y tanto alumnos como familias pudieron realizar el mismo tipo de actividades como las hacen los científicos del ICM. A su vez los alumnos de sexto presentaron una ponencia sobre “¿Por qué flotamos mejor en el mar que en la piscina?” y dos pósters científicos en un congreso de pequeños oceanógrafos que organiza el ICM-CSIC.
¿Qué criterios se tienen en cuenta para establecer las alianzas?
En el caso de los centros educativos, pueden entrar aquellos que tengan un desequilibrio de composición del 10-30% respecto a su zona, pero sin superar el 55% de alumnado de nacionalidad extranjera. Además comprobamos que en el área de matriculación del centro exista población susceptible de ser atraída para recuperar o disminuir el desequilibrio. También es necesario contar con un equipo directivo y un equipo educativo comprometidos y dispuestos a repensar su funcionamiento, incluso sus formas de enseñar.
¿La distancia geográfica entre partner y centro es una barrera?
Es muy interesante esta pregunta porque al principio esto era un problema para nosotros. Los centros de investigación suelen estar concentrados en determinadas ciudades o en barrios alejados de los centros con los que queremos trabajar. Pero por darte un ejemplo el centro con el que trabajo ahora está en Igualada y el Instituto de Ciencias del Espacio está en Bellaterra, a 50 kilómetros pero eso no es un hándicap siempre que haya objetivos claros y compartidos y complicidad entre las dos partes.
¿Cómo se desarrolla ese proceso de transformación de centro que buscáis a través de estas alianzas?
Es un trabajo planificado que se desarrolla en cuatro años más uno de consolidación. Cada año se planifican las acciones en torno a 4 ejes. El primero es cómo el centro incorpora en su día a día el conocimiento y las formas de hacer y pensar del Instituto Catalán de Paleontología en este ejemplo. Otro eje busca constituir una comunidad de práctica y replantear las estructuras organizativas del centro para potenciar la cooperación entre docentes. El tercer eje pone el foco en didácticas centradas en el pensar, hacer y comunicar el conocimiento que se genera. Y el último eje se centra en implicar a las familias y dar a conocer lo que se está haciendo al resto de la población. Esta planificación se hace cada año al principio de curso y se revisa al final.
Además del centro educativo y la institución de referencia otro elemento clave en el proceso es el formador o formadora Magnet que acompaña ese proceso de transformación. ¿Qué perfil tienen estos formadores?
El perfil que se busca es una persona con práctica de aula reflexionada y potente que sea capaz de dinamizar estos procesos y que además sepa bastante del área de conocimiento del partner. Hace de enlace, de mediadora y esto implica que también tiene que tener habilidades para ayudar y reconducir problemas . Tiene asignadas 20 horas anuales de asesoramiento en el centro que al final siempre son más. El trabajo es muy personalizado y muy de tú a tú. MAGNET es un programa bastante artesanal, no es un fórmula o un paquete que se entrega a los centros y ya.
¿Qué es lo más importante una vez establecida la alianza?
Lo primero es establecer un vínculo fuerte y de confianza entre el centro educativo y la institución socia. Este trabajo se hace con las dos partes por separado y además se plantean encuentros. Al profesorado de Escuela Samuntada lo de las Ciencias, y ni que decir tiene la Paleontología, le quedaba muy lejano. Una de las primeras actividades fue ir a visitar con el profesorado el almacén de fósiles que tiene el Instituto Catalán de Paleontología.
Utilizamos una metáfora que es “enamorarse” y a partir de ahí empezar a aportar ideas, planificar y llevar a cabo acciones conjuntas cada vez más interesantes a lo largo de los 3 años. En este punto también se les plantea que busquen un lema que en este caso fue: “Con la huella del pasado, construimos el futuro”.
A nivel de centro, hay que cuidar la relación con el socio, que sea aceptado e incluso deseado, y en eso invertimos mucho tiempo y esfuerzo. Otro centro con el que trabajo ahora quería un partner artístico y sin embargo acabaron vinculados a una institución científica fruto de una reflexión que se hizo a nivel de centro porque nadie se sentía de ciencias. Esto hizo que algún miembro del claustro mostrase alguna reticencia al principio que conseguimos reconducir.
¿Qué trabajo se hace a nivel didáctico?
Trabajamos siempre a partir de una práctica de aula de la que intentamos extraer una reflexión didáctica y pedagógica en torno a la implementación de una educación científica basada en la indagación dialógica y la modelización. También hay una relación muy directa para que puedan consultar con el formador las dudas que les vayan surgiendo en la planificación conjunta de actividades y su puesta en práctica en el aula.
Si el proceso es de 3 o 4 años no hace falta empezar la casa por el tejado, ¿verdad?
Ahora estoy en el primer año de la Escola Gabriel Castellà de Igualada y les planteé que se iniciaran en proyectos de investigación pero consideraron que eran demasiado y decidieron empezar por unos talleres. Vale. Aunque la idea es llegar a esos proyectos. Entonces trasladamos esa idea al partner y ellos generaron una lista de posibles talleres sobre las que las maestras empezaron a trabajar.
¿Qué actividades se llevaron a cabo en el primer año en la Escuela Samuntada?
Al cabo de un curso la escuela se convirtió en Museo de Paleontología durante un fin de semana. Esto era una forma de llamar a las familias del barrio a que visitaran la escuela. El museo les cedió en préstamo fósiles y además se expuso el trabajo realizado en el centro por grupos de todas las edades. Los alumnos hacían de guías y previamente prepararon carteles, y colocaron huellas de dinosaurio por todo el barrio a modo de señales que dirigiesen a la gente hacia la escuela.
Además los maestros recibieron charlas de paleontólogos para poder diseñar actividades, y planteamos sesiones dirigidas a familias que hacían de alumnos y así se hacían un idea de las actividades que planteábamos en el aula.
¿Qué les resulta más difícil a los centros educativos que participan en el proyecto?
Hay dificultades de todo tipo. A nivel de centro, la principal es definir qué entendemos por educar en el pensamiento científico del alumnado. Pasar de una ciencia insulsa a hacer ciencia es un trabajo que lleva tiempo.
También hay problemas a nivel de organización del centro para que haya tiempo y espacio para que el profesorado reflexione con documentación de aula y, en su caso, pueda planificar en colaboración.
Otros son de tipo externo al centro que tienen que ver con los prejuicios sociales vinculados a la segregación escolar. Aquí la implicación del ayuntamiento y del Departamento de Educación, que ya ha hecho suyo el programa, es fundamental.
¿En qué sentido?
Es vital que los Ayuntamientos se impliquen y comprometan a modificar las políticas de admisión y redistribución del alumnado por centros. Además el ayuntamiento paga la formación del profesorado. También hemos detectado que las juntas de dirección de centros docentes pueden ser de gran ayuda para la lucha contra la segregación aceptando que este es un problema que afecta a todos y no sólo a los centros con desequilibrio en su composición.
Entiendo que las instituciones socias necesitan también bastante apoyo porque de alguna manera están trabajando fuera de su ámbito natural de actuación y con un colectivo muy diferente al que están habituados.
Lo primero que me gustaría poner por delante es que estas instituciones merecen un homenaje por su capacidad de altruismo bien entendido que vinculan a su responsabilidad social. Los partners no cobran nada. Les encanta esta idea de luchar contra la segregación, de ver que lo que hacen puede ser interesante para los centros educativos. Cuidamos mucho que no se sientan ahogados por un alud de propuestas, demandas y ahí el formador es clave a la hora de canalizar las demandas que llegan desde los centros.
El año pasado publicamos una entrevista con Ange Ansour del proyecto francés Les Savanturiers, que plantea proyectos de indagación en contexto escolar con el apoyo de mentores que suelen ser estudiantes de doctorado. Acaban de publicar un artículo que señala las dificultades que surgen en esa relación entre personal investigador y los centros educativos. ¿Percibís problemas de este tipo?
Sí, lo vemos cuando le planteamos a un investigador una cosa que no está relacionada directamente con su área de especialización y te dicen yo no, el de al lado. O por ejemplo, cuando unas maestras le piden ayuda a una científica y esta les envía un artículo científico de de 30 páginas. Aquí entra en juego otra vez la figura del formador para atajar estos desajustes.
Me comentabas que la Escola Samuntada ya había completado ese proceso de cuatro años. ¿En qué aventuras andan metidos ahora?
El centro terminó su relación con el Instituto Catalán de Paleontología pero la escuela ya ha adquirido esa forma de hacer y establecieron una nueva alianza con el Hospital Universitario Parc Taulí que está cerca de la escuela. Es muy interesante porque salen preguntas investigables del tipo “¿Por qué las princesas no hacen pipí?” o “¿Me quedaré sin sangre si me hago un rasguño? Y eso se convierte en un proyecto para ligado a una campaña de donación de sangre en la que los niños van a leer cuentos a las personas que están donando.
No cabe duda de que iniciativas como esta contribuyen a desarrollar el capital científico del alumnado pero ¿qué impactos habéis observado a nivel de centro?
Lo que más nos ha llamado la atención es que hay centros donde observamos cierta transformación educativa pero no se ha logrado reestablecer ese equilibrio en la composición del alumnado. En otros ha habido esa transformación pedagógica y han conseguido reequilibrar el problema de la segregación. También observamos mejoras importantes en la cohesión de los claustros, una mayor apertura de los centros hacia su entorno ya que de pronto aparecen en el mapa de innovación y se les invita a jornadas de intercambio y un aumento de las expectativas tanto del alumnado como de las familias. También hemos detectado que allí donde hay un centro Magnet se dan pasos hacia la co-responsabilización de todos los centros educativos en la lucha contra la segregación escolar.
¿Qué indicadores apuntan a ese reequilibrio?
Hay bastantes centros que a partir del segundo año del programa empiezan a notar un aumento del número de familias que solicitan ese centro en segunda opción, que es una manera tímida de recuperar ese equilibrio en la composición del alumnado. En algunos centros el cambio es más evidente después del tercer año donde no solo hay un aumento de demanda, sino también un reequilibrio de la composición social de las familias que escogen centro. Pero también queda clarísimo que aunque centro y partner se hayan puesto las pilas, las cosas no se mueven si esto no va acompañado de cambios en las políticas de admisión por parte de los ayuntamientos.
El programa goza de buena salud y cada vez son más los centros que quieren incorporarse ¿Dirías que es un formato más atractivo para centros de Primaria?
En un principio está orientado también para Secundaria pero encontramos más candidatos en Primaria. En estos momentos de los 28 centros sólo 6 son institutos. Este año se han incorporado 7 centros.
Visibilizar la constitución de estas alianzas es un paso fundamental para mejorar la percepción social del centro educativo.
En cada población se hace una rueda de prensa con todas las partes implicadas. Cada año se hacen unas jornadas. Tenemos una política de comunicación con una persona que se dedica a formar a los centros pero también a difundir por redes. Y todas estas acciones son oportunidades de visibilización también para los partners.
Las Alianzas Magnet son un proceso colaborativo de transformación pedagógica a medio-largo plazo que va acompañada de una reflexión pedagógica y didáctica de mucho calado ¿Por qué es tan importante crear espacios para que se produzca esta reflexión?
El problema la ilustraba muy bien Santos Guerra, un profesor de la Universidad de Málaga, con una broma en la que equiparaba la escuela a un barco de vapor al que todo el mundo dice “échale leña, échale leña” y alguno un día pregunta “Pero ¿a dónde vamos?” Y recibe como respuesta “Da igual. Échale leña”. Aquellos centros que son capaces de remover estructuras y funciones docentes para encontrarse y hablar de lo que están haciendo hacen millas pero es una tarea ardua en la no solo interviene la didáctica de las ciencias sino otras variables de tipo organizativo.
Pues con esto nos quedamos. Enhorabuena y gracias por tu tiempo, David.
Para saber más
Alianzas que combaten la segregación escolar
Orientaciones para desarrollar un proyecto Magnet
Informe de evaluación «Les aliances Magnet: innovació per combatre la segregació escolar»